Lección de democracia para las Damas de Blanco

Arthur González

La inculta y grosera Berta Soler, presidenta de las llamadas Damas de Blanco asalariadas de los norteamericanos, deberá sacar lecciones de la forma en que actúan las autoridades policíacas contra aquellas personas que crean desórdenes públicos contra el gobierno yanqui, a los que allá denominan “desobediencia civil”. En días pasados las agencias de prensa reportaron la detención de centenares de líderes religiosos de distintas denominaciones radicadas en Estados Unidos, junto a decenas de activistas pro reforma migratoria que protestaban pacíficamente frente a la Casa Blanca, en Washington D.C.

De acuerdo con las informaciones divulgadas, los detenidos arbitrariamente protestaban por las deportaciones de inmigrantes indocumentados que ejecuta el gobierno dirigido por Barack Obama, premio Nobel de la Paz, y entre esos habían sacerdotes católicos, obispos, rabinos, pastores protestantes, activistas pro reforma migratoria y algunos inmigrantes indocumentados, procedentes de todo el país, quienes fueron arrastrados, esposados y trasladados hacia las estaciones de la policía y deberán acudir ante la corte acusados de desobediencia civil.

¿Dónde están los reclamos del Observatorio de los Derechos Humanos, la Comisión Cubana de Derechos Humanos, la Alta representante de la Unión Europea para las Relaciones Exteriores, Catherine Ashton, el eurodiputado Paul Rübig y todo el parlamento europeo, que no asumen la misma posición de condena que le hacen a Cuba, cuando se ve obligada a trasladar a las estaciones de la policía a las asalariadas de Miami por ejecutar provocaciones en plena vía pública?

Berta Soler y su padilla deberán tomar ejemplo de la actuación de la policía yanqui, bien distinta a la que tienen las funcionarias de la policía cubana.

Cuando en Cuba se detiene a alguna de las asalariadas que mangonea Berta, u otros de los que reciben instrucciones y dinero desde Estados Unidos para provocar a las autoridades cubanas, la campaña mediática de los medios de prensa es amplia y profusa, se mueven muchos resortes.

Lo mismo reclama el Partido Popular español, el parlamento europeo, que la Alta comisionada de las Naciones Unidas, sin dejar de hacerlo los voceros del Departamento de Estado norteamericano. Todo está engrasado para crear la imagen de que Cuba es un país violador de los derechos humanos y que “atropella” a las pobres mujeres.

Bien distinta es la propaganda mediática cuando sucede en Estados Unidos, España, Grecia, Italia, Francia o Alemania. Allí la policía utiliza gases lacrimógenos, salvajes golpizas contra los manifestantes, potentes chorros de agua fría y otros métodos brutales y es como si fuesen flores las que caen sobre los indefensos manifestantes.

Bien le vendría a Berta, Guillermo Fariñas, Marta Beatriz Roque, Elizardo Sánchez y José Daniel Ferrer, presenciar una de esas escenas represivas contra los pacíficos obreros y estudiantes estadounidenses que reclaman solo derechos justos, y cambio son reprimidos y acusados de “desobediencia civil”; así conocerían en carne propia lo que es una salvaje represión. Entonces se iban acordar de cómo los trata la policía cubana y sabrían lo que es harina de otro costal.

No por gusto Simón Bolívar aseguró que “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar al mundo de miserias y muerte, en nombre de la libertad».