Los que no tienen apoyo

Arthur Gónzalez

Con marcada orfandad, un grupo de cubanos de los clasificados como “disidentes” mientras residían en Cuba y que fueron recibidos en Madrid como “refugiados políticos” en el año 2011, acaban de ser violentamente sacados de sus pisos por fuerzas policiales españolas.
Algunos de ellos fueron detenidos, presentados a los tribunales y sancionados a penas entre 12 y 18 meses de prisión, acusados de atentado a agentes de la autoridad, resistencia y desobediencia; dos policías resultaron lesionados de carácter leve durante el desahucio.
Estos mismos cubanos antes eran clasificados como disidentes en las campañas mediáticas contra Cuba y ahora que cometen los mismos delitos que cuando residían en la isla, son considerados como revoltosos y violadores de la Ley española.
Lo más significativo es que en estos momentos no hay una sola denuncia, Twitter, artículo en el blog de la acaudalada oficialista de Washington, Yoani Sánchez, ni de Elizardo Sánchez Santa Cruz, presidente la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, ni de Berta Soler, la inculta presidenta de las llamadas Damas de Blanco, y mucho menos del director del engendro contrarrevolucionario Estado de SATS.
Si el hecho hubiese sucedido en la Habana, todos los periódicos de Miami y de algunas capitales europeas ya tuvieran la noticia en sus titulares, y las palabras, represión, abuso, violación de derechos humanos, maltrato, y otras similares, encabezarían los cintillos.
Hace un año uno de los llamados opositores al servicio de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en la Habana, rompió la puerta de un apartamento en la barriada de Alamar, propiedad de una menor de edad, y la algarabía que formaron los asalariados de Miami cuando la policía quiso establecer el orden, fue de altura. De inmediato convirtieron el hecho delictivo en un caso político y Miami le dio seguimiento informativo a la cruzada mediática.
Los “refugiados” cubanos en España llevan años reclamando -sin lograrlo- la atención del gobierno que los apoyó totalmente mientras estaban en Cuba y más aun bajo la administración de José María Aznar. Sus plantones frente al Ministerio de Exteriores de Madrid son permanentes y ningún funcionario los escucha.
Ya tiene un suicidio entre ellos, ante la falta de trabajo y sustento para alimentar a su familia, pero esto es acallado por la prensa, Miami no hace críticas, los contrarrevolucionarios de la Isla no lo denuncian, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos no se pronuncia y mucho menos el Departamento de Estado de los EE.UU.
Esa es la moral de los asalariados de Washington, la preocupación de los “luchadores” por los derechos humanos que acusan a Cuba de “abusos y detenciones arbitrarias” y tienen la desvergüenza de pedirle al Santo Padre su bendición para los que “sufren” en la Isla.
Sin embargo, para los que realmente están pasando hambre, frío, escaceces de todo tipo en España, no hay premios, dinero, ni  propaganda a su favor.
Sus gritos de ayuda nadie los escucha, a fin de cuentas ya están en plena “libertad y democracia”.