Arthur Gónzalez.
Cuando el lunes 10 de junio se inicie en Washington el juicio contra el soldado de primera Bradley Manning, acusado de facilitar más de 700 mil documentos secretos a la página Web Wikileaks, se estará desviando la atención de los norteamericanos para evitar que se juzgue al verdadero responsable de decenas de delitos que han afectado al mundo, incluida la muerte de cientos de personas inocentes, el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.
Es precisamente ese Gobierno y la CIA los que aparecen reflejados en miles de esos cables hechos públicos, ordenando actos subversivos, la búsqueda de informaciones sobre presidentes y altos funcionarios de otros Estados, incluidos algunos de sus aliados, revelaciones de embajadores y oficiales de la CIA sobre la situación interna en muchos países que ponen de manifiesto como se han inmiscuido sin escrúpulo alguno, en los asuntos internos de otros gobiernos, violando así los artículos principales de la Convención de Viena de 1961, que regula las relaciones diplomáticas y consulares entre los estados, y en otros asuntos muy delicados de la propia política interna estadounidense.
Mucho le agradecen los pueblos del planeta Tierra a Manning por haber tenido el coraje y la valentía de dar a conocer la verdad de cómo actúa el gobierno que se dice “campeón de los derechos humanos”, el de “más moral” y “mejor actuación política”.
Lamentablemente no encontraremos en el banquillo de los acusados, a ninguno de los autores de esos cables, ni a los altos funcionarios que ordenaron las actividades ilegales que cometen los Estados Unidos en el sacrosanto nombre de la “democracia”.
Al final la soga se partirá por el lado más débil y tratarán de hacerle un juicio ejemplarizante para evitar segundas parte, desconociendo que en ese país corrupto y metalizado hay personas honestas que creen que un mundo mejor es posible.
El Heraldo Cubano 