Como siempre hemos dicho, la mafia anticubana de Miami es ahijada de la Casa Blanca y de la ultraderecha norteamericana, algo que queda plasmado en la reciente visita del candidato presidencial republicano Mitt Romney durante su gira electoral por la Florida, especialmente en el Southwest de Miami.
En esta ocasión Romney, en su aspiración de lograr asentarse en la Casa Blanca, participó en un acto de campaña nada menos que en el restaurante “el palacio de los jugos” propiedad de un ex narcotraficante colombiano condenado en Miami por ese repudiable delito, junto al senador por la Florida y miembro de la mafia anticubana Marco Rubio, quien se supone conoce bien todo lo que ocurre en esa región del país. ¿Casualidad o familiaridad?
Dudo que Romney y su anfitrión Rubio desconocieran los antecedentes del ex narco, lo más factible sería pensar que buscaban alguna “donación” monetaria del colombiano, el que seguramente tiene una fuerte bolsa de dinero producto de sus anteriores negocios, de donde entregará alguna “donación” con tal de no tener problemas en el futuro con ambos políticos.
Esta es la cotidianidad de la mafia anticubana en esa ciudad, pero de estas cosas que si son repudiables Ileana Ros-Lehtinen, Albio Sires, Robert Menéndez, Mario Díaz Balart y David Rivera no hablan ni condenan, pues al fin y al cabo todos entran por la misma canalita.
No es más que una estampa costumbrista de los que ellos vivieron en sus casas cuando era pequeños, pues sus padres también fueron testaferros del dictador cubano Fulgencio Batista, íntimo de los mafiosos ítalo norteamericanos como Meyer Lansky, Santos Traficantes o Lucky Luciano.
Al final como dice el dicho popular: “hijo de gato caza ratones”.